Artículos y consejos prácticos para la familia

Archivo para junio, 2014

¡¿Discusiones?!

Las discusiones dentro del matrimonio son tan normales, como lo es el hecho de que dos personas con experiencias de vida distintos deciden unirse y buscar la manera de hacer compatibles sus formas de pensar, actuar y creer, sin embargo es importante saber cuando dichas discusiones amenazan con salirse de control y dañar la paraje misma.

aquí les comparto algunos casos que el escritor HOWARD MARKMAN comparte en su libro «Salve su matrimonio», y lo personalizo con algunas recomendaciones que yo les brindo a las parejas que visitan mi consultorio.

leamos el primer caso:

  • Carlos- (sarcásticamente) no crees que podrías ponerle la tapa a la pasta
  • María- (con el mismo sarcasmo)-oh como si vos nunca olvidaras ponérsela
  • Carlos- a decir verdad, nunca olvido ponérsela
  • María- oh había olvidado, lo compulsivo que sos, ¡tenes razón está claro!
  • Carlos- no entiendo  por qué sigo con vos, ¡sos tan negativa!
  • María- mmm, quizás no deberías quedarte, “la puerta está abierta”

Este es un ejemplo clásico de aquellas discusiones que inician de forma simple y muy suavemente y poco a poco se intensifica hasta culminar en frases que atentan contra la permanencia del matrimonio.

En este tipo de discusiones el punto, es proyectar mis fallas en la de los otros,  generalmente siempre en cada palabra buscamos herir a nuestro conyugue.

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Aunque en el ejemplo la discusión inicia de la nada, siempre tiene antecedentes, que comúnmente son producto de  insatisfacciones que no son conversadas correctamente o que ni siquiera son planteadas, es decir la persona se molesta por actitudes, acciones o formas de actuar de su pareja, pero no se lo dice, prefiere callarlo acumulando estrés, como resultado aprovecha muchos momentos para convertir una frase en una discusión, generalmente haciendo uso de esta forma, a la que autores como Howard Markman  le llaman “Intensificación” por tratarse de episodios que inician suave  y van aumentando hasta terminar en peligro.

Así podemos comenzar hablando de la cena, del niño, de los sueños y terminar con palabras de menosprecio u amenazantes.

Estos pleitos no siempre ocurren con gritos o de forma tan evidentes, veamos a Martin y Yesenia, una pareja de jóvenes con pocos meses de casados

  • Martin- pagaste el alquiler a tiempo
  • Yesenia- esa era tu obligación
  • Martin- se suponía que vos lo harías
  • Yesenia- no debías hacerlo vos.
  • Martin- ¿lo hiciste?
  • Yesenia- no y tampoco pienso hacerlo
  • Martin- murmurando, ¡qué bien estupendo!

La discusión es siempre suave pero con carácter negativo,  también es intensificación. No debemos medir que algo crece por que se eleva el tono de voz o porque  vamos utilizando palabras más duras, algo crece también cuando la conversación se enrumba cada vez más a finales negativos y en el camino va dejando grandes insatisfacciones.

Este tipo de discusión constante daña de forma severa la comunicación de la pareja y deterioran la unión matrimonial.

Lógicamente para evitar estos cuadros es vital la comunicación, expresar lo que nos desagrada en forma pasiva, entender nuestra pareja y darnos a entender nosotros de forma clara, sabiendo que lo que intentamos comunicar fue percibido por nuestro conyugue es decir el mensaje fue perfectamente recepcionado.

Y si nos encontramos en uno de estos momentos  hay que visualizar por donde viene la contienda y mejor evitarla, guardando silencio a las frases sarcásticas, provocativas o terminando la discusión si es posible con un sincero “tranquilo amor yo lo hago”, esto dejara de alguna manera desarmado al conyugue, no tanto por la frase si no la sinceridad. Para hacer esto necesitamos inteligencia emocional y recordar que no callamos por que perdimos la pelea, más bien lo hacemos porque queremos cuidar nuestro matrimonio, sabemos que  enfrentando nuestras diferencias de esta forma(discusión) más bien provoca conflictos, abona a la desintegración y va matando el amor.

Pero la intensificación no es la única forma común de discutir  en las parejas,  analicemos la siguiente:

Invalidación:

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Ejemplo 1.

  • Carlos (herido) muchas gracias, sabes que no me parezco a mi padre
  • María- él era un desastre y vos también lo sos
  • Carlos -(muy sarcástico) a olvide la suerte que tengo de estar casado, con alguien tan responsable, vos ni siquiera podes mantener tu cartera ordenada.
  • María- por lo menos no soy tan obsesiva por pequeñas estupideces.
  • Carlos- sí que sos arrogante.

Ejemplo 2.

  • Karina-(con lágrimas en los ojos) sabes estoy muy mal, por la injusta y mal intencionada evaluación que hizo el supervisor sobre mi trabajo
  • Ramón- no creo que sea tan importante,
  • Karina. (Con un suspiro y alejándose)Vos no entendes me molesto mucho.
  • Ramón- si eso veo, pero sigo creyendo que exageras.

Para observar mejor el rumbo de estos pleitos de pareja, conceptualicemos validación, que es el hecho de que la persona que expresa su preocupación sea entendida, aceptada y respetada, por tanto invalidación es lo contrario, es decir que la persona no sea entendida, sea ignorada, rechazada e irrespetada.

En el ejemplo 1, el irrespeto, la ofensa y el rechazo a la forma de ser de la pareja se siente en el aire y es evidente en cada palabra, en el ejemplo 2 es más sutil, aunque Ramón cree ayudarla al disminuir su problema, según él para que no centre su pensamiento en ello, Karina se siente inatendida y que su problema no es tomado en serio, siente que su pareja no entiende , ni la defiende , que no vale la pena conversar con alguien que no toma su tiempo para ella y mucho menos será capaz de sentir lo mismo.

Ambos conflictos perduraran en la memoria de cada uno, causando cadenas de tensión que generaran discusiones futuras.

Otro ejemplo de invalidación  es cuando uno está esperando un elogio de su pareja por el empeño y esfuerzo que ha realizado en una tarea u obsequio  y este se fija en detalles o gira su atención a acciones no ejecutadas, por ejemplo: trabajaste todo el día limpiando la casa, moviendo los muebles, dándole otra cara a la sala y reorganizando la cocina, pero su conyugue se queja de que no fue a hacer un mandado X, su esfuerzo no fue visto, si no su error tomo más valor, esto también pasa en el campo profesional.

Para tener un matrimonio saludables es necesario reconocer los avances y éxitos  de nuestra pareja y no echarle en cara aquellas cosas que a nosotros no nos gusta, menos hacerlo en forma de ofensa, así que mejor que invalidar, validemos, es decir escuchemos, respetemos,  aconsejemos no disminuyendo la vivencia o la percepción que tenga nuestro conyugue de la misma, si no dándole el nivel de importancia que él o ella le otorga.

 

¿REALMENTE NECESITO AMOR?

Necesito que me ames, para vivir…

Nunca me dejes de amar…

Si no me amas, me muero…

Estas frases, tienen algo de verdad para quienes la pronuncian, y aunque parecen inofensivas causan un gran daño en la psiques del individuo, así como en sus relaciones sociales y familiares.

A esto más que amor le llamaremos dependencia y su origen es antes de la relación matrimonial.

Desde pequeños somos dependientes de la economía de nuestros padres y parte de nuestro desarrollo  saludable lo determina las muestras de afecto que deben dar nuestros cuidadores, sin embargo al convertirnos en adultos, es importante dejar de depender económicamente de alguien (esto es sentido común, si queremos verdadera  independencia), pero sobre todo,  ya dejar de depender afectivamente de los demás.

Una paciente con problemas depresivos, me dijo: – “Siento que nadie me quiere”. A lo que respondí, secamente –“¿y?, nadie tiene la obligación de quererte, no es exigido que te amen, la única persona que debe amarte es vos misma, sos vos quien debe exigirse un amor incondicional y demandarse para sí misma, muestras reales de afecto, respeto  y aceptación”.

Ahora ese amor incondicional  debe sobrevivir a todo.

En lo personal adoro a mi hijo, y si él por alguna razón fracasa en el alcance de cualquiera de sus metas de  vida, no solo por eso lo dejare de amar, es más buscare como demostrarle que estoy con él, sin importar las circunstancia, que no soy su juez, si no su abogado.

Y es así como debo de amarme, sin importar mis enfermedades, fracasos, desaciertos o idioteces que haya cometido.

Debo de aceptar en mí las cosas que no puedo cambiar y cambiar para mejor aquellas que si puedo.

A medida que vos te ames, te respetaras y no permitirás violencia en tu hogar de ningún tipo, no dejaras que nadie te menosprecie, y lo mejor podrás amar a tu familia y demostrar tu amor con toda clase  de afectos, sin miedos ni inhibiciones.

Ahora,  hay que tener en cuenta algo; para ganar el amor de alguien, debo de conquistarlo, proponerlo y esperar. Pero no debe ser así para ganar mi amor propio, para amarme simplemente necesito decidirlo, tomar la decisión de darme amor por encima de todo y proporcionarme a mí mismo felicidad y seguridad.

«Ama a tu prójimo como a ti mismo.» sin duda es el segundo mandamiento más importante, y lo céntrico no es amar al prójimo, es más bien amarnos a nosotros mismos, solo entonces sabremos como amar a los demás.

Roberto Ordóñez González.                                                                                                                                                                    Psicólogo.